Castrejón y las localidades que conforman su municipio se encuentran en la comarca conocida como “La Peña“.
El primer pueblo que se halla es Cantoral , desprotegido a los pies de la ingente peña de su mismo nombre. Se percibe aquí un tremendo abandono, con numerosos edificios arruinados. Aún se puede contemplar una capillita construida en el siglo XIX con buena sillería y dedicada a la Virgen del Pilar. En su iglesia, sobre el reloj de sol, se puede ver un león o jabalí, acaso canecillo reutilizado de obra anterior.
Más adelante, ligeramente desviado de la carretera C-626, Loma de Castrejón muestra solitaria su vieja iglesia, obra gótica con un óculo ornado con tracería flamígera. De tiempos anteriores conserva su portada de archivoltas levemente agudas, con capiteles y guardapolvos tallados muy rudamente, pero de muy interesante temática, sobre todo la faunística.
Castrejón de la Peña se emplaza a los pies del cerro de La Peñilla. Su templo parroquial se creó en época intermedia entre el Gótico final y el Renacimiento. Fruto de esta mezcla de estilos es su portada. Posee una entrada con arco escarzado. Entre su ornamento se ve un hueco venerado con una imagen en el tímpano, y una serie múltiple de finas archivoltas semicirculares.Todo ello se encierra por un arco conopial cuajado de figurillas y con rizadas hojas de cardo por fuera. Dos pináculos, a la manera gótica, sirven de enmarque, pero formados con columnitas y flameros a lo romano. Como friso superior, se dispusieron cinco hornacinas ahora vacías. Un esbelto pórtico, apoyado en dos delgadas columnas sirve de cobijo frente a la agresión ambiental.
Al otro lado de La Peñilla, a los mismos pies del enorme murallón rocoso de la montaña, Traspeña es un pueblo pequeño, pero de gran importancia monumental. Llama la atención una ampulosa casa blasonada. En ella, una larga inscripción dejó marcada la memoria de quienes fueron sus creadores. En el centro de la localidad, la iglesia sorprende con su lujosa obra gótica. Destaca la portada, interesante por su tímpano con tracerías, las numerosas archivoltas y las tallas de los capiteles. Por encima, a modo de friso, se dispuso un Cristo bendiciendo, entre los símbolos de los evangelistas, limitado por los doce apóstoles, ordenados seis a cada lado, todos colocados en parejas bajo arquillos lobulados. Hay otras esculturas ocupando el espacio de las enjutas y sin orden aparente en distintas partes de los muros. También se hallan en la espadaña campanario con los arcos sujetos por columnas de ligero fuste.
Toda la obra es una sorprendente creación realizada bajo patrocinio privado, cuyo lujo sorprende más en lugar tan apartado y diminuto.
A la salida del casco urbano por el camino que lleva hacia el monte, la cruz de Peña Redonda es uno de los cruceros más hermosos que se pueden hallar en toda Castilla. Se yergue sobre un pedestal de siete escalones circulares y decrecientes, alzándose un mástil ornamentado con múltiples dibujos góticos, para rematarse con un grueso capitel donde se tallaron distintas figuras de santos. En su cima, la cruz lleva la Virgen por un lado y el Crucificado por el otro. Este signo religioso, recientemente restaurado, emociona por su belleza y por la grandiosidad del paraje en el que se halla. Es obra firmada. Un tal Portillo la talló allá por el siglo XV.
Villanueva de la Peña queda cerca, hacia el oeste. Su iglesia posee una portada románica con los capiteles de gruesas hojas y cuatro archivoltas apuntadas. En el friso de las jambas se pueden ver relieves con figuras humanas formando escenas. De ellas, una parece la adoración de los Magos.
Pisón de Castrejón vuelve a sorprender al visitante por la monumentalidad de su iglesia, solitaria para mejor contemplación en medio de los campos. Es obra románica, con un magnífico ábside construido con perfecta sillería. La armonía del único ventanal, de la imposta y de la cornisa con canecillos impone una gran elegancia a pesar de su sencillez. La entrada se abre en el muro sur, bajo un espacioso porche sujeto por esbeltísimas columnas. Es una portada ya casi gótica, pero sobre ella, a modo de friso, se vuelve a ver a Jesucristo todopoderoso, bendiciendo entre el Tetramorfos, y a los lados, otra vez los doce apóstoles, dispuestos aquí sobre ménsulas individuales y protegidos por elegantes castilletes. Otras dos imágenes, más abajo, completan la dotación escultórica del tan espléndido arco triunfal que resulta esta entrada. En una estancia contigua se ve, por fuera, una preciosa ventana flamígera, con una Virgencilla entronizada en una hornacina sobre la clave. La espadaña es también hermosa. Analizando todo ello, hay que reconocer que es similar a lo visto en Traspeña, más austero, pero anterior y de mayor calidad artística.
Más adelante, siguiendo el desvío por una carretera hacia el sur, escondido en un angosto vallejo, se encuentra Recueva , un minúsculo paraíso donde es posible aislarse de todas las complicaciones del mundo actual. Su iglesia, restaurada con esmero, ofrece su voluminoso campanario y la portada románica decorada con rosetas, tacos y entrelazos vegetales, estos últimos transformados de improviso en dragones o serpientes de enroscadas colas. También aquí se edificaron residencias hidalgas, poseyendo una de ellas dos blasones unidos.
Sobre un cerro, en términos limítrofes con Villalbeto, en una cima solitaria desde la que se divisan grandiosas panorámicas, la ermita de la Virgen de la Loma es un templo románico de ábside rectangular y portada ornamentada en sus arcos con irregulares dientes de sierra. La espadaña, de un único ventanal, es muy gallarda, a pesar de carecer del piñón angular del remate.
Finalmente, en la carretera C-624, de Cantoral a Palencia, está Roscales , que presenta su iglesia en solitario, separada del resto del pueblo, tras una densa alameda. En ella se puede admirar una espadaña aguda, aligerada por tres ventanales, y su portada gótica, la cual decora su rosca más externa con una serie de gruesas flores entrelazadas.